Desde el renacimiento, con el cambio de concepción y definición del arte como parte de la cultura humana, se han definido distintas vertientes que se han denominado como Las Bellas Artes, y tienen el mismo objetivo general: mover la esencia del individuo, sus emociones y generar algún tipo de sentimiento acorde con la expresión de quien desarrolle alguna de estas corrientes, bien sea de intriga y misterio al contemplar Las Meninas de Velazquez, pasando por la desesperación del grito de Munch o hasta el llanto tímido de algunas personas al ver la mítica escena de la puerta en Titanic. En ese sentido, la gastronomía ha ido evolucionando de ser la cocción adecuada de los alimentos, para en muchos casos, un montaje artístico en sí mismo. La constante exploración de las personas para llevar los límites más allá de los paradigmas sociales, ha hecho que se creen verdaderas obras representadas en la preparación o presentación de los platillos de los siempre curiosos Chefs o amantes de la cocina.

En muchas culturas se le atribuye cierto aire erótico a determinados alimentos, desde un coctel de camarones, almejas y demás frutos del mar, hasta fresas, chocolate o guaraná, se han visto siempre envueltos en un aire de misterio por el simple hecho de despertar en quien los consume una excitación atípica. La gastronomía erótica se ha ido abriendo paso, y convirtiéndose cada vez más en un atractivo para las personas que quieren probar cosas nuevas, por la curiosidad de saber si las propiedades que se le atribuyen a estos productos son ciertas o no o por el simple gusto de disfrutar de estas delicias. Pero ¿Qué pasa cuando lo que vemos se convierte en el objeto central de nuestra atracción?, ¿Se pueden despertar pensamientos o reacciones físicas sin siquiera probar el platillo?. Esto sucede cuando lo que estamos viendo es delicioso solo con verlo, magnificando las sensaciones que podemos tener con solo una primera vista. Así es como ha nacido una tendencia denominado #FoodPorn, y no es más que elevar la gastronomía a un nivel de exploración sensorial al exponer directamente nuestros ojos a un platillo que nos haga salivar con sólo pensar en comerlo. El resultado no puede ser otro que la combinación de la gastronomía increíble con el arte de hacer platos tan provocativos que inciten a romper cualquier tipo de dieta con ellos. Es este juego erótico-visual, la dinamita que hace que veamos como perfectas las imágenes de los platillos que vemos. En este caso, el fotógrafo, captura el mejor ángulo de esa apetitosa hamburguesa o pastel con desbordante relleno y con procesos extra, exalta el contraste de los colores y las palpables texturas. El mundo que muestra el food porn, son presentaciones irrepetibles que simplemente alimentan el apetito visual del usuario. Ésta misma tendencia ha ido evolucionando también, llegando a lo que se conoce como los foodies, un grupo de personas que se dedican a probar y mostrar platillos, transmitiendo a detalle lo que pasa desde la preparación del platillo hasta que dan el primer bocado. Los foodies son personas que adoran el buen comer y todo lo que se relaciona relacionado con la comida, disfrutan tanto de salir a un buen restaurante como quedarse en casa y cocinar. Un foodie, sin embargo, no es un especialista ni un gran conocedor de la gastronomía, como lo sería un gastrónomo, ni tampoco es una persona de gustos refinados, como lo sería un gourmet. Al contrario, el foodie es simplemente un apasionado por el buen comer, y, por lo tanto, más amplio y entusiasta.